martes, 22 de septiembre de 2009

21 septiembre, Nara

Tras media hora de tren se llega a Nara. Es una pequenya ciudad llena de templos, ciervos sueltos por ahi y templos. Los ciervos estan muy acostumbrados a que la gente les de de comer. Los hay a cientos, no solo en la ciudad, sino por la montanya. Es un sitio muy agradable y recomendable para pasear. Hay un templo especialmente gigante con un buda tambien gigante en su interior. A pesar de que hay mucho turista japones y algun occidental perdido, no se hace agobiante, dada la amplitud del espacio. Me sorprende que hacen pagar para ver un jardin que solo tiene cesped y ni un solo arbusto ni flor. Comemos en un restaurante pequenyo y familiar. Despues visito Imai Cho, una aldea perdida, pero que tiene la gracia de que se conserva como en los antiguos tiempos, con casas de madera y calles estrechas. Es como un viaje al pasado. Los japoneses son mas bien reservados, aunque atentos cuando se necesita su ayuda. Una mujer me ensenya su casa muestra. En esta aldea como llegan pocos occidentales, hay pocos carteles en ingles. Soy capaz de hablar bastante rato con una mujer que dice no saber ingles, e infravalora su nivel del idioma. Me encuentro con otro japones que ha estado en Barcelona (mas tarde me encuentro otros que la conocen). En otros lugares, me he encontrado con unos pocos japoneses que rehusan ayudar, sin dar oportunidad de decir algo. Luego, visitamos el puerto de Osaka. Nada mas llegar, vemos un anciano que cae al suelo enmedio de la calle. Una ambulancia estaba al lado y lo recogen rapidamente. Subimos a la mayor noria del planeta. Cuesta 700 yenes. Mientras hacemos cola, hablamos con una pareja de japoneses. Me gustaria haber visitado el acuario ahi al lado pero no da tiempo. El metro lo veo caro en comparacion con la comida y el precio de espectaculos, 270 yenes por un trayecto no muy largo. Por fin ya soy capaz de comprar solito billetes de metro, pues su precio varia con la distancia.

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