martes, 22 de septiembre de 2009

19 septiembre. Osaka

Despues de un viaje largo que no se ha hecho tan pesado, gracias a no tener expectativas de querer llegar pronto. El avion de Roma a Osaka estaba lleno de japoneses y pocos europeos. Muchos de ellos llevaban la cara tapado por miedo a coger la gripe A. Increible como se dejan llevar por el miedo. Extranyamente, casi no hablaban, ni se levantaban para ir al lavabo, ni hacian ruido. Eso ha favorecido el dormir, despues de 12h de vuelo, sin contar el trayecto de Roma con sus esperas y entrar y salir del aeropuerto. Tanto Corea como Japon vistas desde el cielo son sorprendentes, con unos paisajes muy diferentes a otros que he visto desde el aire. El cambio de divisas en el aeropuerto no esta mal, pero hay que vigilar las grandes diferencias de un lugar a otro. Ahi sacamos el Kintetsu Rail Pass que permite viajar durante 5 dias por la zona libremente en tren, por 3500 yenes. Tambien nos aprovisionamos de folletos y mapas. El aeropuerto de Osaka esta en una isla artificial, conectada con un largo puente ferroviario. El trayecto hacia el centro de la ciudad ha atravesado un buen tramo urbano. Todo se ve muy nuevo y limpio. Ademas el dia es azul y radiante. Nos cuesta encontrar el hotel a pesar de que esta cerca de una estacion de tren. La gente a la que preguntamos no se entera mucho, pero tiene muchas ganas de ayudar, y hasta se desvian de su ruta. Esto es de agradecer. Finalmente tras preguntar a varios llegamos. Las habitaciones del hotel son pequenyas, como todo en Japon, pero funcionales y con el espacio superaprovechado. Nos hacemos un lio con los mandos del W.C. y mis compis se mojan involuntariamente. Pillamos el metro y vamos a un gran parque. Los perros que pasean parecen recien salidos de una peluqueria y del modisto, a cual mas arreglado. Los duenyos se enorgullecen cuando los fotografias. Visitamos un museo de casas tradicionales de paja, provenientes de todo el pais. Los techos a pesar de ser de paja son gruesos y resistentes. Al demostrar interes, los responsables del museo se desviven y regalan muchos folletos y cosas. Me siento hasta abrumado ante tanta hospitalidad. Hay que calzarse y descalzarse continuamente. Luego paseamos por el animado centro. El ruido de los coches casi no se nota. Todo esta lleno de luces, tiendas a lo bestia. Es dificil pasar sed ante tanta maquina de autoventa de bebidas. Sorprende el ver en una sala enorme llena de pinballs extranyos con una musica molesta y frenetica, tirando bolitas como locos. Esta llena de lo que parecen ludopatas ansiosos. Huimos rapido de ahi. Los restaurantes exponen comida de plastico de muestra, para hacerse una idea de como son los platos. El agua (y en algunos sitios el te) es gratis, al igual que en la India. No se hace negocio con la bebida, a diferencia de Espanya. Las mujeres japonesas van muy arregladas. Se observan curiosas y extranyas tribus urbanas.

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